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Marbella ofrece al visitante un bello litoral de 26 kilómetros en el que se suceden soleadas playas dotadas con todo tipo de servicios. Plazas con aromáticos naranjos,  estrechas calles serpenteantes de casitas encaladas con balcones, geranios y buganvillas,  y  pintorescas tiendecitas de moda y souvenirs perfilan un casco histórico idílico que hay que recorrer despacio, al ritmo de las tapas de sus bares de toda la vida. 

En paralelo a su paseo marítimo que recorre todo el litoral atravesarás la famosa Milla de Oro, un gran bulvard repleto de tiendas de lujo, hoteles y grandes marcas que se han asentado entre urbanizaciones y el palacio del Rey Fahd. Parada obligada la zona de Puente Romano, donde al abrigo de una pintoresca plaza se mezcla una de las mejores ofertas gastronómicas de la zona.

El paisaje, el urbanismo, la historia, la leyenda romántica de bandoleros de sonado nombre, el espacio donde nacen y se hacen toreros y artistas que serán siempre, hacen de Ronda una ciudad única. El pueblo se puede visitar a pie y un día o dos es suficiente para descubrir todos los atractivos y lugares de interés imprescindibles que hay que visitar.

Es difícil enumerar la riqueza natural, arquitectónica y artística de Ronda, y más difícil aún destacar sólo algunos de sus monumentos. Aunque si algo existe en el imaginario colectivo como emblemas de esta ciudad es el Tajo y el Puente Nuevo que lo atraviesa, construido en el siglo XVIII. Este puente de casi 100 metros de altura y sus grandes arcos de medio punto le dan a Ronda su foto más característica.

Sotogrande tiene Fama Mundial, considerada el mejor resort privado de Europa, es un verdadero paraíso para los amantes de la tranquilidad, la calidad de vida y el turismo deportivo. Esta fama le viene dada por Club de Polo, donde se celebran importantes torneos, tres de los mejores campos de Golf de Europa y las imponentes villas y urbanizaciones.

Pero su verdadero encanta radica en su entramado de canales un precioso paseo a paso lento en la que encontrarás rincones que pueden recordarte a los canales de Venecia o el lujo de Banús.

Un dialecto auténticamente spanglish, moneda propia, uno de los aeropuertos más peculiares del mundo, monos viviendo en libertad y un sinfín de secretos escondidos en sus menos de 7 kilómetros cuadrados.

Gibaltar es una mezcla constante de sensaciones. La mezcla de culturas británicas y españolas es tan grande que su visita se hace imprescindible.  Cada rincón es una sorpresa llena de curiosidades siempre al abrigo del imponente peñon de más de 450 metros de altura.